El joven samurai: El camino de la espada by Chris Bradford

El joven samurai: El camino de la espada by Chris Bradford

autor:Chris Bradford [Bradford, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2009-12-31T16:00:00+00:00


28

Allanamiento

—Sigo sin poder creer que te golpeara mientras estabas inclinado, Jack —dijo Saburo al día siguiente, mientras se relajaban entre lecciones en el Jardín Zen del Sur. Se habían reunido en el porche de madera que daba al estanque y las piedras de adorno. El jardín estaba ahora cubierto de tanta nieve que parecía un paisaje en miniatura de nubes blancas y montañas de picos nevados.

Jack le dirigió a Saburo una sonrisa dolorida y se frotó el cuello donde lo había golpeado el bokken.

—El sensei Hosokawa era la última parte del Pasillo —les recordó Akiko mientras jugaba a ohajiki con Kiku, haciendo saltar un guijarro en forma de moneda contra otro en el suelo, y diciendo luego que había salido fuera—. ¿Te inclinarías en mitad de un combate?

—No, pero tienes que admitir que fue bastante rastrero por su parte.

—Bueno, sigo sin comprender por qué Jack entró y yo no —murmuró Yamato, hurgando tristemente en la nieve con su bokken—. Si me lo preguntáis, es favoritismo, sólo porque es un gaij…

—¡Yamato! —exclamó Akiko, mirando a su primo—. Jack llegó más lejos que ningún estudiante en la historia del Pasillo. Se merece haber entrado.

—Lo siento —dijo Yamato, ofreciendo a Jack una sonrisa de disculpa—. Sigo un poco molesto por todo esto.

Yamato apartó la chaqueta de su gi de entrenamiento para inspeccionar la masa de cardenales que se extendía por su costado derecho. Jack advirtió que debían de haberlo golpeado con muchísima fuerza durante el Pasillo. También reconoció que su amigo estaba muy dolorido por la vergüenza de haber fallado en las pruebas. Jack dejó pasar el insulto y esperó que su amistad no quedara estropeada por este giro de los acontecimientos.

—Apuesto a que eso duele —dijo Saburo, explorando con un dedo el costado de Yamato.

—¡Ayyy! —exclamó Yamato, apartando la mano de Saburo.

—Eres un bebé grande —se burló Saburo.

—¡Bueno, a ver si te gusta!

Yamato empezó a golpear a Saburo con los puños. Los demás se echaron a reír mientras Saburo retrocedía arrastrándose por el porche y llegaba a la nieve.

—¡Olvidas, Saburo, que tuve que sufrir todo ese dolor y entrenamiento para nada! —chilló Yamato, bajando del porche de un salto y agarrando un puñado de nieve antes de plantarla en la cara de Saburo.

—Déjalo en paz, Yamato —reprendió Akiko, preocupada porque la furia de Yamato consigo mismo se estaba volviendo desagradable.

—Para ti es fácil decirlo. Jack y tú estáis en el Círculo. ¡Pero yo no!

—No te olvides… de Yori —farfulló Saburo bajo la descarga continua de golpes y nieve.

—Es verdad. ¿Dónde está Yori? —preguntó Kiku rápidamente, tratando de distraer a Yamato de la escalada de la pelea.

Yamato detuvo su ataque.

—El geniecillo desagradecido está por allí.

Señaló el pino retorcido que había en el otro extremo del jardín, cuyo tronco estaba sujeto por un palo de madera.

Yori estaba sentado bajo una de sus ramas cubiertas de nieve, tirando abstraído de la cola de una grulla de origami, y haciendo que sus alas se menearan. A pesar de sus mejores esfuerzos por consolarlo, Yori no había dicho ni una sola palabra desde el sorprendente anuncio en el Butokuden el día anterior.



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